El 27 de septiembre de 2024, hora local, el miembro del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de China (PCCh) y ministro de Relaciones Exteriores, Wang Yi, celebró la tercera reunión informal sobre Afganistán entre los ministros de Relaciones Exteriores de China, Rusia, Pakistán e Irán con el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, el ministro federal de Defensa de Pakistán, Khawaja Muhammad Asif, y el ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Seyed Abbas Araghchi, al margen de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York.
Wang Yi dijo que, en los últimos tres años, la situación en Afganistán ha experimentado una transición estable en general. China, Rusia, Pakistán e Irán han guiado a los países de la región a responder de forma solidaria a los cambios en Afganistán, y han ayudado a Afganistán a estabilizar la economía y los medios de vida de la población, ampliar los intercambios con el exterior y mejorar la seguridad pública, lo que ha salvaguardado la paz y la tranquilidad regionales. Aunque Afganistán ha cobrado nueva vida, todavía queda un largo camino por recorrer en materia de reconstrucción y desarrollo, y existen muchas dificultades y desafíos para la paz y la estabilidad duraderas.
Wang Yi presentó cuatro sugerencias para orientar la situación en Afganistán:
En primer lugar, es necesario construir conjuntamente la seguridad. Hay que seguir de cerca las acciones de las organizaciones terroristas en Afganistán, fortalecer el intercambio y la compartición de inteligencia y ampliar la cooperación en materia de aplicación de la ley y seguridad. Hace falta aprovechar plenamente las funciones de colaboración antiterrorista y de seguridad de mecanismos y plataformas como la reunión de ministros de Relaciones Exteriores de los países vecinos de Afganistán y la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) para abordar conjuntamente los riesgos y desafíos, a fin de lograr finalmente el objetivo de erradicar a los grupos violentos y terroristas en Afganistán.
En segundo lugar, es menester aplicar medidas integrales. Se debería implementar conjunta y adecuadamente la Iniciativa Tunxi en apoyo de la reconstrucción de Afganistán y ayudar a Afganistán a cultivar su capacidad de desarrollo independiente mediante la profundización de la cooperación regional en economía, comercio, inversión, interconectividad y proyectos importantes. Es necesario apoyar a la OCS para que desempeñe un papel más relevante en la cuestión de Afganistán, y respaldar a la ONU para que coordine los esfuerzos de la comunidad internacional encaminados a estabilizar y ayudar a Afganistán, con miras a ayudar a Afganistán a mejorar su difícil situación humanitaria y avanzar en la reconstrucción y el desarrollo.
En tercer lugar, es imperativo defender la justicia. Hay que hacer de Afganistán una plataforma para la cooperación entre todas las partes, en lugar de un escenario de competencia geopolítica. Las decisiones de Estados Unidos de cortar la ayuda a Afganistán, congelar sus activos e imponerle sanciones son factores clave que han impedido mejoras sustanciales en las difíciles condiciones económicas y de vida de las personas en Afganistán. Estados Unidos debería utilizar los activos afganos en el extranjero que ha retenido para apoyar a Afganistán en el alivio de las dificultades de subsistencia de su pueblo, en el desarrollo de cultivos alternativos para luchar contra las drogas, y en el reasentamiento de los refugiados que han regresado.
En cuarto lugar, es importante proporcionar una orientación positiva. Se debería promover que la comunidad internacional se centre en las dificultades más apremiantes a las que se enfrenta Afganistán, promueva la reconstrucción y el desarrollo de Afganistán de manera constructiva, y guíe de forma igualitaria y respetuosa a las autoridades gobernantes afganas a mejorar y fortalecer la protección de los derechos de las mujeres y los niños. Hace falta reforzar de manera flexible los intercambios de experiencias sobre la gobernación del país con Afganistán, alentar al mundo islámico, especialmente a los países del Golfo, a ejercer una influencia especial, y apoyar a Afganistán en la exploración de un camino hacia la modernización que esté en consonancia con las exigencias de los tiempos y la voluntad del pueblo.
Las cuatro partes opinaron que un Afganistán estable y próspero es de vital importancia para la seguridad de sus vecinos y de la región. Acordaron adherirse al principio de no injerencia en los asuntos internos y promover que el Gobierno afgano ejerza una gobernanza inclusiva, proteja los derechos humanos, coopere para combatir el terrorismo, estabilice la situación interna y haga realidad cuanto antes la reconstrucción y el desarrollo.